La frase “Cuarto Poder” era la frase con la cuál solía designarse a la prensa y más tarde a los medios tradicionales, como la televisión y el radio, por su influencia que ejercía en el público cautivo. Dicha frase se le atribuye al escritor, orador y político anglo-irlandés, muy famoso e influyente en su época, Edmund Burke (1729-1797), quien hace la distinción de si el Estado se conforma por tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), la prensa y demás medios masivos, venían a contrapuntear dichos poderes para convertirse en uno más (el Cuarto Poder) y manipular así a las masas, esto como de todos es sabido, ocurrió por más de dos siglos hasta la aparición de las
, las cuales sin legislación alguna y diseminadas en la población, pueden convertirse en un poder de facto, que supera y por mucho, a los otros cuatro poderes, es por ello, que podríamos bautizarlas como el “Quinto Poder”. Y es que solo es cosa de echar un vistazo a la relevancia y la credibilidad que se les da a en redes sociales, tanto así, que por muy distorsionado que sea la historia, la gente prefiere creer en ellas, al no tener ya, ni un dejo de credibilidad, cualquiera de los otros cuatro poderes descritos anteriormente y como ejemplos abundan, solo mencionaré dos que últimamente han llamado mi atención:
- Si por la cotidiana ineficiencia de las autoridades eres sujeto a un arresto injusto, serás condenado por el resto de tus días, aun se compruebe tu inocencia, ya que los medios tradicionales y más del corte policiaco, se regodean en señalar lo que da la nota, como el ser amarillistas o meter miedo en la sociedad, que es lo que finalmente vende, por ello, publicarán hasta el cansancio datos personales de los presuntos implicados, pero si por pura casualidad eres liberado, sin ser indiciado, ya nadie de los que te señalaban publicarán nada en ningún medio, para ya sea ofrecer disculpas públicas o desacreditar las acusaciones falsas en tu contra y como muestra de muchos miles en su misma situación, está el caso de Miriam Aurora Carbajal Yescas, de 43 años y un hijo de 8, que trabajó por más de 9 años en el Instituto Nacional de Inmigración en Cancún, su historia sale ahora a la luz seis años después con el documental denominado, “”, que ha ganado el primer premio mención especial en el Festival Internacional de Cine de Morelia de octubre pasado donde nos relatan, como lo más duro que ha enfrentado en su vida no fue, ni por mucho, los tres meses que le toco habitar de manera injusta por un crimen que no cometió en un penal de Matamoros, Tamaulipas, controlado por la delincuencia. Lo más difícil, es lo que pasó posterior a ello, ya que más de 51 publicaciones en sitios web y redes sociales, cuentan cómo fue detenida como presunta culpable, pero ninguna otra, publicó el desenlace de la historia de cuando fue liberada por la ya típica excusa de la autoridades de “falta de pruebas”, lo que al día de hoy le tiene imposibilitada de encontrar trabajo, salir del país o al menos pagar su hipoteca, que la tiene al borde de la miseria e imposibilitada de usar su nombre por el escrutinio que se hace en los puestos vacantes de los nombres en redes sociales para evaluar a los candidatos laborales y que no te permiten, al menos, explicar las razones de la parte afectada y se dejan llevar por lo que se queda en los medios sociales sean verídicos o no.
- El ya tan comentado caso de “Lady Coralina” aquella que por dar un beso en su despedida de soltera fue condenada por toda la sociedad, especialmente por esa sociedad usuaria de las redes sociales, quienes se han instaurado como jueces morales y no la dejan descansar ni a sol ni a sombra, ya que aún y cuando, ya cambió de look y fue perdonada por su futuro esposo, nuevamente la captan en un estadio para hacerla foco de atención y tendencia en redes, por ese simple hecho, que la “perdonaron” y eso al parecer, en las redes sociales, el perdón es una palabra inexistente.
Como dice el Hombre Araña: “Con todo gran poder, radica una gran responsabilidad” tenemos en nuestras manos un gran poder de llegar a millones de personas con
que hagamos en redes, démosle una segunda pensada y volvamos a leer lo escrito antes de publicar o compartir y preguntémonos si de verdad pasa los filtros atribuidos a Aristóteles (Verídico, Bondadoso y Necesario) y ojo que no estoy proponiendo el “Derecho al Olvido” como ya existe en Europa, ya que sería una forma de coartar la ; lo que propongo, es que actualicemos la información que publiquemos, como una parte importante de nuestra responsabilidad como comunicadores sociales, tan de moda en estos tiempos, y hagamos consciencia de nuestro nuevo “Quinto Poder”.