A partir que Xóchitl Gálvez brinca al escenario como aspirante a la candidatura presidencial, Claudia Sheinbaum se apanica, se pone muy nerviosa, pierde frescura y gracia. Claro, de esto no tiene mucho.
En uno de los eventos que condujo trató de contar un chiste, nadie se rio. En otro lugar, comentó el gabinete que, según su imaginación, tendría Xóchitl Gálvez en caso que ganara la elección constitucional y tomara posesión como presidente de la República. A nadie le cayó en gracia.
El tono de su voz lo ha modificado en últimas fechas. Se esfuerza por imitar la voz del presidente López Obrador. No le sale, no le queda.
Claudia no ha logrado consolidad una identidad propia como aspirante; no ha encontrado el terreno por el cual transitar con mayor soltura y seguridad. En ocasiones se le ve agotada, hastiada.