La escuela juega un rol fundamental para detectar y prevenir situaciones de violencia contra niñas, niños y adolescentes, donde ellas tienen más probabilidades de sufrir violencia sexual y acoso: Gabriela Polo Herrera
La directora de Políticas de Prevención y Atención de Violencias de la Secretaría Ejecutiva (SE) del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), adscrita a la Secretaría de Gobernación, Gabriela Polo Herrera, señaló que la violencia es resultado de dinámicas de poder y género desiguales, y que las y los menores de edad la experimentan de diferentes formas, aunque ellas tienen más probabilidades de sufrir agresiones sexuales.
Destacó que el hogar y la escuela son los espacios donde estos hechos, provocados por personas adultas cercanas a estos entornos, ocurren con mayor frecuencia, por lo que es indispensable implementar una educación para la paz y con perspectiva de género.
Durante el evento ‘Construcción de paz desde las tablas: El teatro como deconstructor de la violencia contra las mujeres’, organizado por la Escuela Nacional de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), expuso que las instituciones educativas juegan un rol fundamental para detectar y prevenir situaciones de violencia en contra de niñas, niños y adolescentes.
Polo Herrera aclaró que el artículo 57 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), a efecto de prevenir y atender estas situaciones, establece que las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, deben:
- Fomentar la convivencia escolar armónica y la generación de mecanismos para la discusión, el debate y la resolución pacífica de conflictos.
- Conformar una instancia multidisciplinaria responsable que establezca mecanismos para la prevención, atención y canalización de los casos de maltrato, perjuicio, daño, agresión, abuso o cualquier otra forma de violencia en contra de niñas, niños y adolescentes que se suscite en los centros educativos.
- Elaborar protocolos de actuación sobre situaciones de acoso o violencia escolar para el personal y para quienes ejerzan la patria potestad, tutela o guarda y custodia.
Señaló que estas acciones deben implementarse en el marco de una educación para la paz y con igualdad de género, a fin de combatir todas las violencias, sobre todo las que dañan a las niñas y las adolescentes.
Subrayó la importancia de asegurar una participación equitativa en los espacios educativos, así como la implementación de normas sin discriminación. Además, enfatizó la necesidad de construir instalaciones que tengan en cuenta las necesidades específicas de la población estudiantil femenina.
Educar para una cultura de paz significa que la enseñanza de las personas se enfoque hacia la crítica y la responsabilidad, el manejo positivo de los conflictos y la conveniencia de subrayar los valores del diálogo que ayuden a superar las dinámicas destructivas de las violencias, en especial las que afectan a las niñas y las adolescentes.
Manifestó también que en el ámbito escolar, la educación para la paz con perspectiva de género requiere de materiales y contenidos que no reproduzcan estereotipos machistas o androcéntricos y que celebren la diversidad.