Wal-Mart de México y Centroamérica encabezó el número de denuncias de consumidores durante el Buen Fin, de acuerdo con cifras de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
El número de quejas reportadas por proveedor se lo repartieron Wal-Mart Supercenter con 80, Samsung con 67, Liverpool con 35, Bodega Aurrera con 32 y Soriana con 45.
«Hasta el momento llevamos 918 reclamaciones, de las cuales 260 se concentran en Wal-Mart (Supercenter), Sam’s, Bodegas Aurrera y sus diferentes formatos (del grupo Wal-Mart), así como en Soriana», dijo Rogelio Cerda, procurador Federal del Consumidor.
Las principales causas de quejas fueron no respetar promociones u ofertas anunciadas con 307 quejas; no respetar los precios exhibidos con 214; condicionar o negar la venta con 95 e información o publicidad engañosa con 85.
«Las entidades con mayores incidentes fueron: la Ciudad de Méxicocon 103, el Estado de México con 75, Querétaro con 56, Chihuahuacon 49 y Nuevo León con 47″, detalló el directivo.
De acuerdo con el funcionario, en los cuatro días que duró el Buen Fin, la procuraduría fue capaz de recuperar más de 3 millones 240 mil pesos en favor de los consumidores, cifra 162 por ciento por encima del monto registrado un año antes.
«Hoy tenemos metas muy por encima del año pasado, pues los trabajos de planeación duraron mucho tiempo, casi 3 semanas, en los que el área de denuncias y quejas, el área de telecomunicaciones, el área de verificación y la subprocuraduría jurídica estuvimos revisando los ejercicios y los incidentes de años previos», destacó el procurador.
Por último, se destacó el apoyo en casos virales como el de un Sorianaen Chihuahua en el que la tienda exhibió pantallas por un precio de 10 pesos y se apoyó a ocho clientes para respetar la cantidad marcada.
Además, se concilió con alrededor de 200 personas más; además de una situación en la que un auto en Veracruz fue ofertado por alrededor de 7 mil pesos y al final el consumidor accedió a obtenerlo con una rebaja de aproximadamente 100 mil pesos; y el caso de una Bodega Aurrera en el Estado de México en el que el letrero con el precio de una Polaroid no permitía establecer una cantidad monetaria.